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ICTUS HEMORRAGICO

ICTUS-HEMORRAGICO

Son los ictus menos frecuentes, pero más letales. No obstante, los supervivientes de un ictus hemorrágico suelen presentar, secuelas menos graves a medio-largo plazo.

La causa del ictus hemorrágico es el debilitamiento y la rotura de un vaso sanguíneo, arterial o venoso. Al romperse este la sangre se expande dentro de la cavidad craneal, provocando en cuestión de minutos la muerte de las células del cerebro o neuronas y una alteración general del funcionamiento del órgano. La causa más frecuente de la rotura es la hipertensión arterial

Las hemorragias cerebrales las podemos dividir en hemorragias intracerebrales y hemorragias aracnoideas.

La Hemorragia intracerebral (HIC)  es la más frecuente, la sangre se acumula en el parénquima cerebral y suele producirse por una rotura vascular espontánea, se pone en riesgo la vida del paciente por un aumento de la presión intracraneal.

En la hemorragia subaraconidea, la sangre pasa directamente al espacio subaracnoideo (espacio entre el cerebro y la parte interna del cráneo). En el 85%  de los casos la causa es la rotura de un aneurisma.

La causa más frecuente para sufrir un ictus hemorrágico es presentar determinados defectos en los vasos sanguíneos cerebrales que aumentan el riesgo de tener una hemorragia cerebral.  Los defectos más habituales son los aneurismas cerebrales y las malformaciones arteriovenosas.

El aneurisma cerebral o craneal, trata de la existencia de una zona débil en la pared de un vaso sanguíneo del cerebro, pudiendo ser congénito (desde el nacimiento) o adquirido (por una lesión).

Las malformaciones arteriovenosas son conexiones anormales entre las arterias y las venas cercanas en el cerebro. Estas suelen ser congénitas, pudiendo ser de diferentes tamaños y con diferentes localizaciones. Por un aumento de la presión o por daño en los vasos, estos se rompen produciendo una  hemorragia cerebral.

El tratamiento del ictus hemorrágico suele consistir en la embolización endovascular, es decir, tratar la anormalidad de los vasos sanguíneos del cerebro.

Posteriormente, habrá que valorar los factores de riesgo con el fin de prevenir un nuevo cuadro.

El paciente deberá realizar un tratamiento de rehabilitación para volver a aprender las aptitudes que se han perdido o nuevas maneras de realizar tareas para compensar cualquier dificultad restante.

La terapia de rehabilitación suele empezar dentro de las 24-48 horas posteriores al ictus, generalmente centrada primero en el movimiento, en función de la gravedad de las secuelas, por lo que el tratamiento puede llevar desde meses hasta años.

En el área visual hoy en día contamos con tratamientos y procesos de rehabilitación para compensar y solucionar las secuelas del ictus hemorrágico, pudiendo conseguir que se den recuperaciones funcionales por procesos de neurorehabilitación.

 

Excmo. Sr. Prof. Doctor Fernando-J. Palomar Mascaró.
ARAED. PhD. MUOCV. MSc. DOO. DO. FIACLE. FAAO.
Director CENTROS PALOMAR
 

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